martes, 28 de julio de 2009

EL AUTOBUS SE ESTA QUEMANDO

Se cuenta la historia de un joven, estudiante de seminario, cuyo maestro de homilética se frustraba con los títulos que ponía el muchacho a sus sermones. Resulta que el hombre solía usar epígrafes que, si bien representaban el contenido del sermón, no despertaban ningún interés en el oyente.

En alguna ocasión, por ejemplo, puso como título a su mensaje, Consecuencias escatológicas de la doctrina paulina del rapto. Fue en esa misma ocasión que el profesor finalmente explotó.

"Tus sermones son buenos, ¡pero los títulos que les pones dormirían a cualquiera! Quiero que hagas esto. La próxima vez que escribas un sermón, imagina que ese título se va a exponer en el letrero de una iglesia. ¡Dale un título a ese sermón tan interesante que hará que las personas se bajen de los autobuses!" El siguiente sermón que predicó el estudiante se titulaba "¡El autobús se está quemando!" ¡Había cumplido con las instrucciones de su maestro!