¿Aún con Amargura…?
Muchas veces, sucede que después de cierto tiempo como cristianos, no vemos bendiciones de Dios y tampoco tenemos una vida victoriosa, hay quienes claman y claman a Dios, pidiendo su intervención en algo que nos preocupa, y al parecer no hay una respuesta concreta, por lo que bien vale la pena revisar nuestra vida y nuestra propia relación con Dios. Y esto muchas veces obedece a que en nuestro corazón aun hay raíces de amargura. “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:5).
La Palabra de Dios enseña que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas “(2 Corintios 5:17), ahora observa este pasaje: ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros…. Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados…”. (1 Corintios 6:9-11). Note que el verso dice, “Y esto erais algunos”, aclarando que ya fuimos lavados y santificados, de ahí que somos nuevas criaturas, así que el Señor purifica nuestra alma y nuestros pecados los hecha a lo profundo de la mar: Miqueas 7:19 “El tornará, él tendrá misericordia de nosotros; él sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados” Sin embargo, no todos los nacidos de nuevo están dispuestos a aceptar este regalo de transformación y deciden conservar pecados que se convierten en raíces de amargura.
Nadie debería adorar a Dios, si no ha sabido perdonar, “Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, Deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente” (Mateo 5:23,24). El Señor Jesús nos enseñó a pedir perdón y perdonar a quienes nos ofenden “Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15).
Las raíces de amargura tienen que ver con nuestros sentimientos negativos hacia otra persona, odio, rencor, envidia, hipocresía, falta de perdón, etc., por ello la Palabra de Dios nos exhorta a lo siguiente: “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:31-32).
Basado en todo lo anterior, ¿cómo es nuestra relación con los demás?, ¿Estamos en paz con todos?, ¿Necesitamos ejercitar el perdón? “SED, pues, imitadores de Dios como hijos amados: Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave” (Efesios 5:1-2). Amén.
Muchas veces, sucede que después de cierto tiempo como cristianos, no vemos bendiciones de Dios y tampoco tenemos una vida victoriosa, hay quienes claman y claman a Dios, pidiendo su intervención en algo que nos preocupa, y al parecer no hay una respuesta concreta, por lo que bien vale la pena revisar nuestra vida y nuestra propia relación con Dios. Y esto muchas veces obedece a que en nuestro corazón aun hay raíces de amargura. “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:5).
La Palabra de Dios enseña que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas “(2 Corintios 5:17), ahora observa este pasaje: ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros…. Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados…”. (1 Corintios 6:9-11). Note que el verso dice, “Y esto erais algunos”, aclarando que ya fuimos lavados y santificados, de ahí que somos nuevas criaturas, así que el Señor purifica nuestra alma y nuestros pecados los hecha a lo profundo de la mar: Miqueas 7:19 “El tornará, él tendrá misericordia de nosotros; él sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados” Sin embargo, no todos los nacidos de nuevo están dispuestos a aceptar este regalo de transformación y deciden conservar pecados que se convierten en raíces de amargura.
Nadie debería adorar a Dios, si no ha sabido perdonar, “Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, Deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente” (Mateo 5:23,24). El Señor Jesús nos enseñó a pedir perdón y perdonar a quienes nos ofenden “Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15).
Las raíces de amargura tienen que ver con nuestros sentimientos negativos hacia otra persona, odio, rencor, envidia, hipocresía, falta de perdón, etc., por ello la Palabra de Dios nos exhorta a lo siguiente: “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:31-32).
Basado en todo lo anterior, ¿cómo es nuestra relación con los demás?, ¿Estamos en paz con todos?, ¿Necesitamos ejercitar el perdón? “SED, pues, imitadores de Dios como hijos amados: Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave” (Efesios 5:1-2). Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario