PAZ CON DIOS
Martín Lutero nació en Eisleben, Alemania, el 10 de noviembre de 1483, nueve años antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.
Desde niño fue enseñado en la religión de acuerdo a los conceptos de esa época que no enseñaba el amor de Dios sino que lo presentaba como el Juez severo. Lutero relata que se ponía pálido cada vez que oía el nombre de Jesús.
Mientras estudiaba leyes en la Universidad de Erfurt, encontró un día en la biblioteca una Biblia latina. Le fue una sorpresa ver que ella contenía mucho más que las porciones de los Evangelios y las Epístolas que se leían en las iglesias.
Varias cosas sucedieron que cambiaron por completo el curso de la vida de Lutero. Fue el blanco de una enfermedad severa; tuvo un accidente que por poco le hace morir desangrado; en un camino lo agarró una tormenta y cerca de él cayó un rayo que lo dejó aturdido--todo esto hizo que entrara en un monasterio y se hiciera monje. Muy preocupado por la salvación de su alma, creyó que dentro de un monasterio podría llevar una vida más santa que fuera de él, y que podría conseguir reposo y tranquilidad para su atribulado corazón. Fue fiel observante de las reglas del monasterio, y hacía cuanto sacrificio fuese necesario en la falsa esperanza de aplacar la ira de Dios y de ganarse su propia salvación.
En 1507 fue ordenado sacerdote. En 1508, a los 25 años de edad, fue llamado a la Universidad de Wittenberg para enseñar filosofía. Al siguiente año recibió permiso para explicar las Escrituras a los estudiantes. Fue entonces cuando se dedicó al estudio de las Escrituras con diligencia especial y con entusiasmo marcado. Cuando Lutero empezó a predicar pronto los estudiantes y el pueblo se apiñaban para escucharle; fue así como inició la predicación de sus vigorosos sermones y la gente oía con avidez la explicación del mensaje de la salvación de Cristo.
Dos años más tarde Lutero fue enviado a Roma. Las cosas que vio y oyó allí le hicieron comprender la corrupción tan grande que existía en la iglesia de aquel tiempo. Poco después de regresar de Roma se le confirió el título de Doctor en Divinidades.
A esas alturas, el papa León X, necesitaba dinero para terminar la construcción de la catedral de San Pedro en Roma. Para conseguir este dinero, autorizó la venta de indulgencias. El fraile Dominico Juan Tetzel vino a las cercanías de Wittenberg para venderlas. Muchos de los que venían a confesarse con Lutero le decían que no tenían que arrepentirse porque ya habían comprado las indulgencias.
Después de haber tratado de poner fin a esta abominación, Lutero el 31 de octubre de 1517, clavó un pliego con noventa y cinco tesis o proposiciones en la puerta de la iglesia del castillo en Wittenberg. En estas tesis declaró que el perdón de los pecados no se puede conseguir comprando indulgencias, y que todo cristiano que verdaderamente se arrepiente de sus pecados y cree en Cristo como su Salvador tienen perdón pleno, sin carta alguna de perdón. Este documento fue reproducido y pronto se divulgó por Europa. Dondequiera que algunos se congregaban, ellas eran el tópico de discusión.
Al principio el papa optó por ignorarlas; pero más tarde mandó que Lutero se presentara en Roma. Temiendo de que Lutero, si iba allá, no se libraría de la cárcel o aún de la muerte, el elector Federico el Sabio insistió que Lutero fuera juzgado en territorio alemán. A Lutero entonces se le pidió que compareciera ante el cardenal Cayetano en Augsburgo, y ante Miltitz en Altenburgot; pero estos hombres no pudieron responder a los argumentos que Lutero presentó de las Escrituras. Lutero, pues, atacó abiertamente las enseñanzas falsas y la corrupción de la iglesia. Esto tuvo por resultado su excomunión.
En 1521 Lutero recibió una orden del emperador Carlos V para que compareciera ante la dieta de Worms. Allí se le pidió que se retractara de todo lo que había escrito contra el papa y la iglesia; pero él declaró: "Si no me convencen con testimonios sacados de la Sagrada Escritura, yo no quiero ni puedo retractarme de nada".
El emperador le privó de sus derechos civiles y le declaró legalmente muerto. Pero sus amigos, lo llevaron al castillo de Wartgurgo. Aquí empezó la traducción de la Biblia al alemán, de modo que le pueblo pudiera leerla en su propio idioma. Al regresar a Wittenberg empezó a esparcir el Evangelio puro. Muchos estudiantes acudieron a oír a aquel hombre tan intrépido y a estudiar bajo su dirección.
Lutero escribió gran número de himnos cristianos, la joya más preciosa de sus himnos es "Castillo Fuerte", la obra maestra de los himnos de la Reforma. Fue Lutero el que le dio gran importancia al canto en el culto y de este modo hizo que la congregación participara más directamente en los cultos.
En 1525 Lutero se casó con Catalina de Bora. Esto fue ocho años después de haber empezado su obra de Reforma y cinco después de haber sido excomulgado de la iglesia Católica Romana.
En 1529 publicó Lutero su Catecismo Menor, para la instrucción de la niñez y de la gente del pueblo. Cuando se entregó la Confesión de Augsburgo a la Dieta en 1530, él estaba en el castillo de Coburgo cerca de Augsburgo. Los años restantes de su vida los pasó predicando, enseñando y escribiendo, y de este modo devolvió a la iglesia las doctrinas de la Biblia, que durante siglos habían sido escondidas bajo cánones, decretos, tradiciones y mandamientos humanos. Encomendando su alma en las manos del Padre celestial, Lutero murió en Eisleben en 18 de febrero de 1546 y fue sepultado junto al púlpito de la iglesia del Castillo en Wittenberg.
Lutero es el gran Reformador que Dios usó como instrumento para volver a sacar a la luz las verdades importantes de que la Biblia es la Palabra de Dios y la única fuente de la doctrina cristiana, y de que la salvación es únicamente por la gracia, por medio de la fe en Cristo.
Que estas verdades salvadoras todavía se nos impartan, lo debemos a la bendición de Dios en concedernos la Reforma. No hay otro predicador del Evangelio como Lutero desde los días de San Pablo más digno de ser recordado con las palabras: "Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios; la fe de los cuales imitad". Hebreos 13:7.
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